El joven futbolista Guo Jiaxuan, de 18 años, falleció en Pekín el pasado miércoles, más de un mes después de haber sufrido una hemorragia intracraneal durante un partido amistoso en España. El jugador, quien pertenecía a las divisiones juveniles del Beijing Guoan y había representado a China en categorías inferiores, quedó en estado de muerte cerebral el 6 de febrero tras recibir un rodillazo involuntario en la cabeza en un encuentro contra el RC Alcobendas.
Tras el accidente, Guo fue atendido de inmediato en el campo por los servicios médicos de ambos equipos y trasladado en helicóptero a un hospital, donde recibió atención de emergencia durante cuatro horas. Sin embargo, los médicos españoles confirmaron que el joven había sufrido muerte cerebral debido a la gravedad de la hemorragia.
El 13 de febrero, su familia logró gestionar su retorno a China con el respaldo de diversas organizaciones, y fue trasladado en un vuelo sanitario a Pekín. La noticia de su fallecimiento, anunciada este jueves, ha provocado conmoción en el país asiático, donde han surgido cuestionamientos sobre la gestión de la Asociación de Fútbol de Pekín y del club al que pertenecía.
Según la agencia EFE, Guo se encontraba en España como parte de la preparación de la selección de Pekín para un torneo nacional en China. Un reportaje del medio deportivo chino Zai Chang Wai reveló que su familia enfrentó múltiples dificultades para concretar su regreso. El padre del jugador, identificado como Wencai en el informe, viajó a Madrid tras el accidente y recibió una solicitud de la Asociación de Fútbol de Pekín para firmar un documento eximiendo de responsabilidades a la organización.
En un giro polémico, el padre de Guo fue informado de que médicos del Hospital Tiantan de Pekín consideraban que aún había posibilidades de recuperación si el futbolista era trasladado a China. Sin embargo, tras firmar el documento, descubrió que los especialistas chinos también habían confirmado la muerte cerebral de su hijo en una consulta médica remota.
El fallecimiento de Guo Jiaxuan deja un gran vacío en el fútbol chino y ha generado un debate sobre la seguridad y la gestión de los jugadores jóvenes que buscan desarrollarse en el extranjero.